Hiroshima y Nagasaki: NO OLVIDAR
“Los heridos que nos traían tenían un aspecto horrible. Sus chamuscadas cabelleras estaban enrizadas, las ropas desechas, las partes de piel que quedaban al descubierto casi por completo quemadas, las heridas terriblemente sucias. La mayoría estaba tan desfigurada por las incontables astillas de vidrio y de madera y/o partículas de hierro que se habían incrustados en las caras y espaldas, que resultaba casi imposible reconocerlos como humanos. El tamaño de los vidrios oscilaba entre el de un grano de arena y el de la yema del pulgar. Más tarde, al practicar auscultaciones con estetoscopios descubrimos que a algunos pacientes les habían penetrado partículas de vidrio en los pulmones que crujían al respirar. Los trocitos de madera eran de materiales de construcción o de ramas verdes. En un caso observamos como una ramita muy tierna y blanda había perforado el cráneo de tal forma que las hojas colgaban afuera como un adorno de sombrero para damas”
Testimonio de los médicos japoneses Dres. Masao Schiocuki, Ori Nohuo Kusano y Di Sugi Jamamoto, en su libro “No podemos Callar”.
Testimonio de los médicos japoneses Dres. Masao Schiocuki, Ori Nohuo Kusano y Di Sugi Jamamoto, en su libro “No podemos Callar”.


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