Idiosincrasia nacional
Expertos aseguran que los chilenos no buscan "sacar la vuelta"
Los cinco días libres que parten hoy son un asueto que no se veía en años. Llegar a él costó una discusión que sacó a flote, una vez más, la supuesta vocación del chileno por "sacar la vuelta".
Sin embargo, los expertos desmitifican esta creencia. "Todos los datos indican lo contrario. Los chilenos no tienen problemas en trabajar muchas horas. Si aquí hubiera una 'cultura de flojera', la gente no se levantaría varias horas antes para llegar puntualmente al trabajo; el chileno es capaz de adaptarse a las circunstancias con tal de cumplir", dice Eduardo Barros, psicólogo laboral y académico de la Escuela de Psicología de la Universidad Católica.
Para él, este feriado es una respuesta a la cantidad de horas que trabajamos los chilenos. "La gente lo siente como una compensación porque todos sabemos que trabajamos una cantidad de horas mayor que la sanamente recomendable", dice.
Estar disponible
El psicólogo cree que el chileno ha demostrado de sobra que cuando hay que esforzarse, lo hace. Y en esta capacidad de 'aperrar', él ve un potencial enorme. "Si miramos el nivel de la calidad educacional, creo que obtenemos resultados increíbles de calidad en lo laboral. Puede que no seamos los más creativos, pero si llega el jefe y nos pide algo, le cumplimos".
¿Por qué, entonces, esto no se traduce en una mayor productividad y eficiencia?
Eduardo Barros cree que, frente a esta pregunta, la tendencia ha sido buscar respuestas en el foco erróneo: la supuesta flojera del chileno, en vez de mirar las formas en las cuales está organizado el trabajo.
Con él coincide el sociólogo Darío Rodríguez, del Instituto de Sociología de la U. Católica: "Muchas organizaciones están diseñadas de manera poco eficiente; se duplican los esfuerzos porque no hay un adecuado conocimiento de lo que hacen las otras áreas".
El sociólogo afirma que en la cultura nacional no hay rasgos de flojera, pero sí la creencia de que trabajar es permanecer en el lugar de labores. "No importa que se esté haciendo otras cosa, pero, al estar ahí, se está 'disponible'". Esto vendría de los tiempos en que el trabajo se organizaba principalmente en el campo, explica. "Cada mañana, los inquilinos se instalaban frente a la casa patronal a esperar que el patrón les dijera qué había que hacer. En la espera, fumaban, conversaban. Estaban en el trabajo, disponibles".
De ahí, agrega, viene la tendencia a permanecer largas horas en la oficina, muchas veces haciendo otras cosas, pero con la sensación de que se está trabajando. Y por eso, muchas veces no se alcanza a cumplir las metas y hay que quedarse más tiempo del que fija el horario.
Darío Rodríguez cree que esto estaría cambiando gracias a dos factores. Por un lado, la mujer ha entrado al mundo laboral con esta cultura del 'estar disponible' mucho menos marcada. "Ellas necesitan terminar las tareas para poder irse a su casa a cumplir con otras", precisa.Y por otro lado, las transnacionales y algunas empresas que se están modernizando le están poniendo hora de salida a los trabajadores y no les permiten que se queden sobretiempo. "Eso los obliga a ser más eficientes y a concentrarse en las tareas, ya que deben cumplir las metas en el lapso esperado".
El factor emocional
Para el psicólogo Eduardo Barros, los progresos en términos de productividad se van a dar en la medida en que las empresas y organizaciones piensen en cómo estructurar el trabajo de modo de hacerlo más eficiente. Y para ello es clave tomar en cuenta la realidad psicológica y biológica de las personas.
Junto a otros investigadores de la Purdue University, Barros realizó un trabajo que fue publicado en "Journal of Applied Psychology", en el cual analiza los factores emocionales que afectan el desempeño laboral de las personas.
Las emociones no se pueden dejar fuera del ámbito laboral pues son inherentes al ser humano. Lograr manejarlas implica un esfuerzo que compite con la capacidad para realizar las tareas. Por eso, agrega, en un trabajo de servicio al cliente recibiendo reclamos, las personas deberían estar preparadas para controlar sus emociones; de otro modo, el desgaste es enorme y la rotación en estos puestos, altísima."La pregunta es cómo hacemos una organización laboral más compatible con las limitaciones y también con las capacidades humanas", dice Barros.
TRABAJÓLICOS
CON 2.244 horas de jornada laboral anuales, los santiaguinos lideraron un ranking internacional realizado por el banco suizo UBS, el año 2000.

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